Solamente aqu�llos quienes han tenido la
experiencia tr�gica de perder un ser querido
v�ctima de una de las enfermedades del comer,
puede entender y apreciar por qu� ofrecemos
esta lecci�n.
Para nosotros las disorexias, o enfermedades
del comer, no son lo que tantos proponen,
�enfermedades de la alimentaci�n� ---
Quienes sufren de ellas no piensan en
alimentarse, sino que operan bajo el mandato
de una mente con reglas distintas.
La anor�xica. No s�lo no quiere engordar,
sino que detesta el pensamiento mismo de
acarrear en su cuerpo lo que la mayor�a
califica como su peso �normal�.
La mujer que se pone a dieta. Esta persona
pertenece a una categor�a diferente porque,
en la mayor�a de los casos, consume
sustancias que son claramente no nutritivas
para lograr el objetivo elusivo de ponerse
en l�nea, mientras que sue�a con el momento
del �atrac�n de recompensa�. Ellas reconocen
el aspecto f�sico de la anorexia, como el de
una mujer enferma --- la que no es,
decididamente, la meta apetecida.
La bul�mica. Tambi�n se pone a dieta,
tambi�n desea ser delgada, aunque no lucir
emaciada, y tambi�n goza de los atracones.
Lo que es diferente con ellas es que para
evitar la gordura, se dan el empacho
desmesurado de forma recurrente y luego
purgan lo ingerido, generalmente v�a el
v�mito autoinducido.
La persona obesa. Sufre, porque no puede
perder, o dejar de ganar de peso, pero
prosigue en el v�rtice incontenible que la
arrastra a las profundidades de un destino
lleno de incapacidades y complicaciones
m�dicas severas.
Hay otras variedades de disorexias y de
actividades del comer y adelgazar que son
patol�gicas, las que, por espacio y
conveniencia, aqu� no nos concernir�n.
La anorexia. La mejor conocida y la m�s
estudiada, desde los trabajos de Morton,
Gull y Las�gue, por m�s de tres siglos.
apreciablemente diagnosticable en casos de
santas y ascetas, como bell describe en su
monograf�a Holy anorexia. De hecho es muy
posible que algunas de las mismas santas
fueran v�ctimas imprevistas de la anorexia
maligna, la que estudiaremos m�s adelante.
Por su aspecto f�sico, por su car�cter como
acto de purificaci�n, por su inter�s como
curiosidad, la anorexia permanece como la
m�s destacada y reconocida de las cuatro
dolencias que aqu� nos ocupan.
Lord byron la padeci�, como asimismo
aparecer�a con los caracteres Natasha en
Guerra y Paz, de Tolstoy y el artista del
Hambre, de Franz Kafka.
Para evitar imprimir los criterios
diagn�sticos de la asociaci�n Psiqui�trica
americana, tan difundidos, aqu� nos
limitaremos a hacer una descripci�n
abreviada del cuadro cl�nico de cada una de
las entidades consideradas.
La anorexia nervosa o nerviosa
La anorexia nerviosa es un trastorno
caracterizado por:
� distorsi�n de la imagen corporal por lo
que hay gran miedo a ser gorda o a engordar,
aunque la pacienta luzca extremadamente
delgada
� substancial p�rdida de peso
� y trastornos en el ciclo menstrual.
Habitualmente se trata de mujeres cuyas
edades oscilan entre los 11 y los 20 a�os y
con diversos conflictos emocionales. Un
rasgo muy com�n en la personalidad de la
mayor�a de estas mujeres, antes de que se
desencadene el cuadro cl�nico, es que son
generalmente hijas muy obedientes y
ejemplares, destacadas estudiantes y
deportistas, sin trastorno alguno de la
conducta.
Su coeficiente intelectual se estima que es
elevado y la gran necesidad de impresionar
las lleva a obtener un rendimiento escolar
excelente, lo que las hace sentir cada vez
m�s presumidas del orgullo que sienten otras
personas ante sus logros.
Sin embargo, su inestabilidad emocional les
crea enormes dificultades para integrarse en
grupos.
Cuadro cl�nico
En los comienzos del cuadro aparece una gran
preocupaci�n por el peso a pesar de ser
personas delgadas y comienzan una dieta
restrictiva o a reducir la toma de alimentos,
horroriz�ndose ante la idea de consumir
comidas normales.
Responden de forma hostil cuando se les hace
alg�n comentario favorable acerca de su
figura, los sentimientos expresados las
incomodan enormemente y prefieren permanecer
aisladas.
Se niegan a tener el peso corporal dentro de
los l�mites considerados est�ndares para su
edad y talla y/o hay un fallo en alcanzar el
aumento de peso esperado durante la etapa de
su crecimiento ya que las domina un intenso
miedo a ser gordas.
La imagen corporal se encuentra muy
distorsionada, con una excesiva influencia
de la forma en que perciben el propio peso y
la forma del cuerpo en la auto-evaluaci�n.
El per�odo menstrual desaparece con el
tiempo, a ra�z de la caquexia, la tensi�n
psicol�gica, la disminuci�n de la ingesta de
alimentos esenciales para producir hormonas
fotoses y las intensas actividades que
realizan en un intento de eliminar calor�as
para perder peso.
algunas comen solas mientras preparan la
comida para otras personas con el objetivo
de medir su resistencia a la tentaci�n.
Otras comen de modo ritualista, pretendiendo
que si mueven la comida en el plato, sin
llevarla a la boca, que otros creer�n que
han comido. En ocasiones cometen atracones
de comida que despu�s les crea una gran
angustia y son capaces de ingerir laxantes,
provocarse el v�mito o pasar horas
practicando actividad f�sica para
contrarrestar el efecto de la comida
consumida. En los casos extremos el
adelgazamiento es marcado, la piel se torna
�spera y seca, el cabello es quebradizo y
sin lustre, un pelo sedoso llamado lanugo
las cubre, las extremidades se encuentran
fr�as y azuladas y los m�sculos aparecen
atr�ficos.
Descripciones m�s detalladas y casos
cl�nicos abundan en la literatura cient�fica.
Entre ellos, muchos trabajos originales que
fueran publicados por nosotros.
La apariencia cadav�rica del paciente es
rasgo propio, acompa�ado por el exceso de
energ�a que utilizan en actividades
atl�ticas, a menudo, extremas para lograr
perder m�s de peso.
Tengo que rebajar, por lo menos, veinte
libras�
La anorexia nervosa maligna
Comenz� con el cuadro cl�nico usual. Una
joven de once a�os que regresa del
campamento de verano, donde la llamaran
�llenita� y decidi� rebajar.
Sus dimensiones:
� Talla: 64 pulgadas
� Peso inicial: 163 libras
� Peso al retornar: 112 libras
Los padres no esperaron mucho tiempo para
buscar tratamiento, ya que conoc�an algo
acerca de esta condici�n.
Por los doce a�os que siguieran esta
paciente y sus familiares cercanos viajaron
por casi todo el mundo en b�squeda de una
soluci�n a un problema que empeoraba en su
curso inexorable.
Todos los expertos conocidos de Europa,
Norteam�rica y Jap�n fueron consultados.
Todos los m�todos de tratamiento fueron
aplicados, mientras que la paciente rehusaba
alimento, se escapaba de las cl�nicas donde
se la internaba y usaba todas las
oportunidades posibles para correr y correr�
Muri� pesando 57 libras.
La imagen que sigue dramatiza el uso de la
intubaci�n naso-g�strica para mantenerla
viva. Puede leerse la t�cnica empleada en
uno de mis art�culos: �Tube feeding: is it
Ever Necessary?�
La autopsia psicol�gica
Una necropsia hubiese asistido en entender
este caso, pero no se obtuvo, porque los
familiares la rechazaron.
Las preguntas que hay que contestar son las
siguientes:
�C�mo puede explicarse que la dieta inicial
nunca pudo ser interrumpida ya que la
paciente nunca par� de restringir, vomitar
si la forzaban a comer, o de ejercitarse
incesantemente?
�C�mo puede ser que el cuerpo, en este caso,
aparentemente �ignorara� las se�ales de los
instintos del hambre y de la supervivencia,
venciendo la resistencia a comer que a todo
esfuerzo resistiera?
�C�mo fue que toda terapia y todo empe�o que
fuese dirigido a la inteligencia de la
paciente no logr� impresionar en ella que
estaba camino a una muerte cierta?
�Qu� hace que algunas anor�xicas arriesguen
la vida, conscientes de ello, ignorando toda
evidencia y la raz�n misma?
Las respuestas son �stas:
La dieta inicial nunca pudo ser interrumpida,
porque la paciente hab�a logrado
distorsionar las funciones del comer
asignando una recompensa o incentivo
positivo a la sensaci�n del hambre. Con el
hambre se aseguraba de que no estar�a
engordando, y con la ausencia de los
per�odos lograba lo mismo.
En su pulsi�n pertinaz en ser flaca y en no
ganar de peso, la pacienta todo lo arriesga,
aunque a veces lo que as� pierda sea la vida.
La terapia no funciona cuando una persona no
est� motivada y las anor�xicas no est�n
motivadas, porque temen que el designio
cubierto del terapeuta es de hacerlas
engordar.
El pensamiento m�gico, con toda la negaci�n
que lo caracteriza, es responsable por los
actos de temeridad incomprensibles en que
muchos se envuelven ignorando las
consecuencias probables.
En este caso espec�fico, hubo un detalle de
relevancia esencial para explicar el
desenlace fatal.
La intromisi�n y la interferencia de
familiares cercanos
El pap� sin educaci�n formal, alcanz� �xitos
significantes en el mundo de los negocios,
estableciendo una compa��a de gran prestigio
en su l�nea de productos. Para �l era
esencial que sus cinco hijos se graduaran de
universidades prestigiosas y que
eventualmente se unieran a la firma que �l
dirigiera.
Cuando la paciente demostr� que estaba
progresando en la terapia, ganando un n�mero
de libras d�ndole apariencia saludable. El
padre impuso su decisi�n de que la terapia
podr�a proseguir en la cercan�a del recinto
de la universidad en boston, que ella hab�a
abandonado por estar enferma.
a pesar de que se le advirtiera de su error,
lo hizo. Ese fue el principio del fin�
En pocos a�os seguir�a el desenlace funesto,
no sin antes tratar de que reestableciera la
terapia donde �l la interrumpiera --- una
tarea que el terapeuta la calific� de
imposible, por razones de t�cnica.
Los efectos de la funci�n del hipot�lamo en
las disorexias
a pesar de que su tama�o sea �nfimo se sabe
que este sistema endocrino/glandular es
responsable por mucho de lo que afecta
nuestro equilibrio corporal, incluyendo el
control de las funciones del apetito y del
comer.
No es f�cil regularlo, siendo aun peor, si
la paciente se opone a que lo hagan. Y,
cuando se logra su �cooperaci�n�, a�n as� no
es f�cil, porque el proceso de reajuste es
una labor de naturaleza minuciosa y de
duraci�n prolongada --- por esa misma raz�n
es contraproducente el escapar por la v�a de
la �cura� deseada, antes de que la �cura
real� ocurra.
Cuando la anorexia maligna se establece, lo
hace con la �ayuda� de factores que
interfieren con la coordinaci�n de los
sistemas necesarios para lograr su cura. as�
fue en este caso.
La bulimia o la bulimia nervosa
La bulimia nerviosa es un trastorno del
comportamiento del comer cuya caracter�stica
principal es la ingesti�n de grandes
cantidades de comida de degluci�n f�cil
durante un corto per�odo de tiempo.
En un principio se consideraba a la bulimia
como un s�ntoma impulsivo que formaba parte
de otros cuadros cl�nicos, para
posteriormente ser considerada como con
trastorno de la misma �ndole que las
disorexias.
afecta principalmente a mujeres j�venes y
adolescentes preocupadas por su imagen
corporal y su peso. La percepci�n que tienen
sobre s� mismas est� muy influenciada por su
ansiedad de poseer una figura esbelta y de
mantener un bajo peso de cuerpo.
Quienes la padecen, son personas muy
ansiosas, con baja autoestima y
fluctuaciones permanentes del temperamento.
Desvalorizan su imagen corporal y sienten
mucho miedo a ser rechazadas, lo que las
lleva a intentar ostentar una imagen f�sica
ideal.
Las conductas impulsivas son frecuentes,
como la cleptoman�a, la auto-mutilaci�n, el
consumo de sustancias adictivas y, a veces,
una vida fotos activa pero insatisfactoria.
Es muy com�n que hubiera la ausencia de la
figura del padre y/o de la madre durante las
etapas tempranas del desarrollo.
Cuadro cl�nico
Las caracter�sticas principales de la
bulimia son las siguientes:
� Episodios recurrentes de atracones, en los
cuales se ingieren grandes cantidades de
comida durante un corto per�odo de tiempo.
Este impulso comienza en cualquier momento y
es precedido habitualmente por un
contratiempo, angustia, rabia o
irritabilidad, seg�n lo referido por muchas
mujeres. Comen cualquier tipo de alimentos,
sobre todo ricos en hidratos de carbono, con
las manos, sin tragar y empuj�ndolos con los
dedos. Finalizan cuando ya no queda m�s
comida, cuando sobreviene el v�mito, si se
presenta un dolor intenso en el abdomen que
no les permite continuar, o si son
interrumpidas por alguien, ya que siempre
realizan este acto en secreto y sin testigos.
� Las invade un enorme temor al no poder
parar de comer durante los episodios, por lo
que se esfuerzan en no comenzar. aunque en
algunas personas ambas actividades se
vuelven placenteras, tanto el hartazgo como
el v�mito.
� Realizan lo que se denomina comportamiento
compensatorio inadecuado, donde, para
prevenir el aumento de peso se provocan el
v�mito, abusan de laxantes y diur�ticos,
ayunan por largos per�odos e incrementan
notablemente su actividad f�sica en un
intento de utilizar m�s calor�as.
� Tanto los episodios de grandes ingesta
como el comportamiento compensatorio
inadecuado se producen por lo menos 2 veces
por semana por un per�odo de meses.
La mayor preocupaci�n de estas personas no
es solamente adelgazar, sino que sienten un
gran temor a engordar. Tienen mayor
entendimiento de lo peculiar de su
padecimiento que las mujeres anor�xicas, lo
que les produce mayores conflictos.
Para la bul�mica lo m�s importante es no ser
gorda. Por ello, las bul�micas con el
pron�stico m�s grave son aqu�llas que antes
de sucumbir a la enfermedad fueron gordas.
La bulimia maligna
La enfermedad comenz� de modo caracter�stico
en la adolescencia cuando se creyera gorda,
se puso a dieta, le dio hambre y tuvo su
primer atrac�n, seguido por el v�mito para
no recuperar el peso perdido.
Por varios a�os estos ciclos de harturas
sucedidos por purgas se arraigaron hasta que
decidiera no comer en exceso y simplemente
vomitar lo comido, o vomitar, aunque nada
comiera.
La paciente en su apariencia era muy delgada,
quiz�s en la misma categor�a de muchas
anor�xicas que no lucen consumidas o
esquel�ticas --- pero, s�, que son muy
delgadas.
Ten�a treinta y cinco a�os de edad, estaba
casada, era madre de una hija de diez a�os y
vomitaba todo lo que com�a, aunque no fuera
en exceso. En efecto, los atracones que de
joven habituara, ya no los practicaba por
que le bastaba con el v�mito repetitivo que
acostumbraba.
Sus dientes eran postizos ya que el da�o
iterativo del �cido clorh�drico en la boca,
destruy� sus piezas dentales cuando apenas
tuviera veintid�s a�os.
Para tratarla fue necesario que la
admitieran repetidamente a servicios
especializados para la realimentaci�n v�a
intubaci�n naso-g�strica y para reponer los
niveles de potasio y de electrolitos,
siempre cr�ticos.
La paciente, en su empecinamiento por no ser
gorda, descubri� que el v�mito y rumiar se
convirtieron en actividades placenteras en
las cuales derivara satisfacci�n que le
permit�a reducir cualquier tensi�n.
Educaci�n acerca de su enfermedad y de sus
posibles consecuencias le sobraban, ya que
en los grupos de terapia las respuestas
t�cnicas con la mayor sensatez eran las
propias. acerca del riesgo que amenazara su
hija de caer v�ctima de una disorexia a su
edad cr�tica, le preocupaba. Pero a�n as� no
pod�a cesar de vomitar y de rumiar,
declarando de modo c�lebre para quienes la
conocieran que (ella): �Preferir�a ser la
muerta m�s delgada del cementerio (donde la
enterraran) que vivir para morir siendo
gorda�.
Y as� fue�
La autopsia psicol�gica
En este caso de desenlace fatal los factores
son diferentes a los de la anorexia.
El acto mismo de invertir el instinto de
comer y transformarlo en �descomer� adquiri�
una autonom�a representativa en el
hipot�lamo que interpretaba el v�mito como
una actividad defensiva de naturaleza
esencial para evitar la retenci�n de
sustancias nocivas (en este caso, el
alimento) en el cuerpo.
Esa explicaci�n se aproxima a la que algunos
antrop�logos proponen para explicar los
v�mitos del embarazo, que ocurren de modo
parad�jico cuando la paciente necesita m�s
nutrici�n.
La otra hip�tesis que puede ser entretenida
es la que avanz�ramos en otro estudio, donde
describimos el caso de los trastornos
hipotal�micos resultado del uso imprudente
de f�rmacos para inducir el aumento de peso
en anor�xicas.
La actividad de las endorfinas en la
producci�n del placer puede ser invocada,
como tambi�n la de la serotonina cuando el
fantasma de la gordura se disipa por no
haber comido nada.
Lo que sucedi� en este caso en sus fases
tempranas, fue la disrupci�n de la empat�a
en la terapia, cuando guiado por el deseo de
que la paciente se recuperara para celebrar
su boda, el terapeuta accediera a que ella
estaba �lista� cuando a�n no lo estaba.
Su �cura� para satisfacer a los dem�s
llevar�a a la cronicidad y a la muerte en
este caso.
La dieta como actividad normativa
La psic�loga canadiense Janet Polivy, en
comunicaci�n personal, nos dice,
refiri�ndose a la actividad de dietar, que
como es un patr�n tan com�n en nuestra
cultura, que a todos nos afecta directa o
indirectamente, que lo �normal� es estar a
dieta y el no estarlo es lo anormal.
Por supuesto, mucho hemos escrito acerca de
la dieta restrictiva e insensata como
perteneciendo al grupo de las disorexias,
especialmente cuando de ellas se originan
algunas de las patolog�as que aqu�
estudiamos, incluyendo, a menudo, el
sobrepeso, la anorexia, la bulimia y la
obesidad.
La ubicuidad de las leyes diet�ticas que
rigen muchas religiones y la asociaci�n de
las mismas con la elevaci�n espiritual, como
aparece en las vidas de tantas santas de la
Iglesia cat�lica, hacen que esta actividad
tenga un considerable abolengo.
Pero la gordura como epidemia no siempre ha
existido y se debate a�n si las Venus de
Willendorf del paleol�tico no eran m�s que
la expresi�n de una excepci�n, que la de un
testimonio de admiraci�n anat�mica/est�tica.
El primer libro de dieta: un best seller
La primera publicaci�n dedicada a la dieta
se hizo en Londres a mediados del siglo XIX
por un director de funeraria, llamado
William banting. Fue un �xito monumental en
cuyo esp�ritu han capitalizado tantos
seguidores que venden falsas promesas y
defraudan al incauto.
La profesi�n de dietista es nueva, y como
tantas que son lim�trofes con otras
profesiones allegadas, su verdadero alcance
se desconoce.
Cuando uno se siente enfermo lo que
usualmente se hace es acudir al m�dico.
Cuando uno est� gordo, se acude al gimnasio,
al dietista o a ambos. antes se iba al
endocrin�logo, porque se cre�a, de modo
err�neo, que las gorduras eran expresi�n de
trastornos tiroideos.
Pero, no es tan simple, ni los resultados
obtenidos de esas visitas son tan gratos,
como se debiera esperar.
La dieta maligna o la enfermedad de dietar
Si una mujer joven, crey�ndose gorda, decide
restringir su consumo de comida, con o sin
la ayuda de un profesional y el resultado es
que:
� Engorda y no puede perder el peso que
aumentara
� Restringe m�s y se vuelve anor�xica
� Se empacha y vomita, comenzando un ciclo
de comportamientos bul�micos
� Desarrolla problemas de �ndole de
deficiencia vitam�nica con par�lisis de
algunos m�sculos, trastornos neurol�gicos
severos con ataxia y temblores, o trastornos
psiqui�tricos de tipo paranoico
� La piel se le arruina con tachas afeadoras
Si lo arriba descrito, y muchas otras
complicaciones posibles emergen, entonces
podemos hablar de la dieta maligna, ya que
en casos extremos las dietas pueden acarrear
consecuencias aciagas.
Un caso ilustrar� lo que tratamos de exponer
Una paciente de 21 a�os sufr�a de anorexia
restrictiva, para lo que la familia la
condujo a la consulta de una dietista en una
ciudad norteamericana. Esta ser�a la misma
dietista que hab�a recomendado un r�gimen
para reducir, cuando la pacienta era obesa.
R�gimen que la paciente siguiera por seis
a�os manteniendo su peso a un nivel que no
permit�a las menstruaciones normales.
La raz�n por mi consulta fue que la paciente
se cre�a que padeciera de una par�lisis del
pie de origen hist�rico.
El diagn�stico fue el de una par�lisis del
m�sculo del peron� con un declive del pie
que, carente de est�mulo nervioso, no pod�a
levantar. La causa una avitaminosis b.
La misma paciente, siguiendo dietas
similares tuvo problemas con el embarazo y
un atentado suicida cuando los trastornos
severos de la personalidad de que sufriera
se achacaran a una falta severa de vitamina
b12.
Problemas an�logos se diagnostican cuando
muchas pacientes se orientan a s� mismas con
lo que leen en las revistas que siempre se
encuentran en el sal�n de belleza o cuando,
sin conocimiento alguno, deciden adoptar un
estilo de comer vegetariano estricto.
La dieta, a menudo se pone en manos de los
entrenadores de gimnasio, cuyos consejos, a
veces son que las anor�xicas contin�en
perdiendo de peso, que la �asistencia�
provista por laxantes y em�ticos son
deseables para perder de peso y que los
esteroides anab�licos son recomendables para
el aumento de la masa muscular.
La dieta es maligna o perniciosa, cuando se
aparta de su objetivo de proveer regimenes
adecuados como para el tratamiento de
ciertas enfermedades establecidas, la
diabetes o la intolerancia del gluten;
convirti�ndose en vez, en la enfermedad
misma que pretende remediar.
La obesidad
Comenzaremos con algunas consideraciones
generales, ya que hemos descrito esta
condici�n con mucha frecuencia en otras
publicaciones.
actualmente, la obesidad constituye el
trastorno del comer m�s frecuente de los
pa�ses industrializados. Por ello y porque
es un factor de riesgo para la aparici�n de
diabetes, enfermedades cardiovasculares,
hipertensi�n arterial, algunos tipos de
c�ncer, la obesidad representa un importante
problema de salud p�blica.
La obesidad constituye un exceso de tejido
adiposo que va acompa�ado de un aumento del
peso corporal representado un riesgo para la
salud.
causas y consecuencias
La causa o causas reales se desconocen.
La m�s aceptada propone que existe un
desequilibrio del balance alimenticio en el
que participan tres factores fundamentales:
la herencia, la ingesta de calor�as en
exceso y el gasto energ�tico.
Como antes hemos expresado, el conocimiento
actual es tan debatible, como impreciso.
Muchos buscan una explicaci�n en la comida,
mientras que otros dirigen sus esfuerzos a
localizar un gen que la explique, mientras
que el rol de la adaptaci�n/evolutiva se
ignora.
�Qu� consecuencias puede traer?:
� aparato cardiovascular: hipertensi�n,
arteriosclerosis, v�rices de los miembros
inferiores.
� aparato respiratorio: se produce un
aumento del trabajo respiratorio para mover
la caja tor�cica y el abdomen con dificultad
para respirar. La apnea obstructiva del
sue�o, o S�ndrome de Pickwick es una
complicaci�n severa.
� Manifestaciones metab�licas: el 80% de los
diab�ticos Tipo II, en el momento del
diagn�stico, son obesos. Existe tambi�n un
aumento del colesterol.
� aparato digestivo: intolerancia a ciertas
comidas, flatulencia, aumento del tama�o del
h�gado por dep�sito de grasa.
� Otros sistemas: pueden estar afectados.
Cuadro cl�nico
Es t�pico en la mayor�a de los casos. Una
persona joven que se alimenta exclusivamente
de comidas de alta densidad cal�rica,
conteniendo grasas animales y az�cares
simples, acopladas por una lujuria
incontrolable de comer por comer y por
placer, eliminando de su ingesta aquellos
alimentos esenciales como son los vegetales
y frutas, a favor de refrescos, comidas
r�pidas y cosas similares.
El comienzo en los adultos var�a, ya que
algunas mujeres abandonan el miramiento de
sus libras cuando salen embarazadas y
algunos hombres lo hacen cuando se casan.
El estr�s es un factor demostrado.
Tratamiento
El tratamiento de la obesidad no est�
orientado �nicamente a tratar el exceso de
peso, sino a mejorar el estado general de
salud de las personas con exceso de peso.
Las pautas m�s comunes recomendadas a seguir
son las siguientes:
� Reducci�n del aporte cal�rico: con dietas
hipocal�ricas equilibradas en cuanto a
prote�nas, fibras, grasas e hidratos de
carbono. El resultado de esta maniobra es
impredecible y puede conllevar a aumentos de
peso. as� comienza el famoso �yo-yo� dieting.
� aumento del gasto energ�tico: un programa
de ejercicio f�sico adaptado a las
condiciones del individuo. Lo que no siempre
es un m�todo seguro, como tantos pueden
confirmar.
� agentes medicamentosos: el empleo de
agentes depresores del apetito solo se
utiliza como complemento al tratamiento en
un grupo limitado de personas obesas. Su uso
constituye la ilusi�n de los manufactures de
los mismos, ya que su mercado es vasto.
� Psicoterapia: es importante estimular la
motivaci�n de estos enfermos ayud�ndoles a
seguir la dieta y a modificar su actitud
respecto a las comidas. Generalmente no
funciona por s� misma.
� Cirug�a bari�trica: cuando todo lo dem�s
fallara y existe la s�per-obesidad.
La obesidad maligna
Comenz� como ya hemos descrito. El padre un
hombre de mucho �xito en sus negocios y con
mucha habilidad natural que le permitir�a
que su propia obesidad no se convirtiera en
obst�culo social. En su vejez temprana
sufr�a de muchas complicaciones de ser
robusto, incluyendo problemas de �ndole
fotos, lo que molesta a ambos, su pareja y
a �l, como dechado del �xito en la vida que
fuera.
El ni�o, dado a la fantas�a y a ser
solitario, comenz� a jugar con sus
artefactos electr�nicos muy temprano,
comiendo helados, bizcochos y bebiendo
refrescos mientras lo hac�a.
Las dietas restrictivas principiaron muy
temprano para �l, ya que todos en la casa
deber�an participar en el plan de reducci�n
que se dise�ara con frecuencia para los
padres.
Los tiempos de regocijo se alternar�an con
per�odos de desilusi�n, ya que el peso
perdido retornaba con perversa presteza.
Una vez la familia envi� a tres hijos a un
spa en las afueras de Tus�n, donde perdieran
todos, en conjunto, 120 libras� Las que
ganaron con un dividendo adicional de
sobrepeso seis meses m�s adelante, cuando
salieran del control estricto del personal
del spa.
a los diecisiete a�os pesaba 300 libras, a
los 22, 400.
cas�, empez� a trabajar con el pap�, pero
tuvo su primer ataque coronario cuando
cumpli� 31 a�os. La diabetes se present�
cuando cumpliera 32, la hipertensi�n al a�o
siguiente.
Cuando sufriera el segundo ataque coronario
viaj� a Cleveland donde le hicieron una
intervenci�n quir�rgica gastropl�stica.
Todav�a, a pesar de ya no ser �flaco�,
porque ha recuperado muchas de las libras
perdidas, trata de comer en exceso, no
camina o hace ninguna forma de ejercicio.
Sue�a acerca de los dulces prohibidos y,
cuando sale a cenar con sus amigos, come m�s
de lo que puede, sinti�ndose enfermo y
sufriendo desmayos.
No ha muerto, aunque se lamenta que su vida
es peor que si ya lo estuviera porque lo que
le apetece no puede consumir. El cirujano
que lo oper� lo considera un fracaso de la
cirug�a y reh�sa a verlo de nuevo, a�adiendo
injuria a su miseria.
La aclaraci�n fisiol�gica y psicol�gica
Obviamente ser delgado, comer sin miedos,
ser feliz, son goles que a todos nos atraen.
Ser esbeltos, flexibles, vigorosos y �giles
aun dentro de la vejez avanzada son
cualidades deseables.
�Por qu� es, entonces, tan dif�cil para
tantos, lograr perder unas libras y mantener
el peso perdido?
Porque ambas actividades: engordar y
enflaquecer --- por haber engordado --- son
contranaturales.
Nuestro cuerpo, ya hemos dicho muchas veces,
est� regido por las actividades
inquebrantables del hipot�lamo cerebral que
hace de nuestro peso y de lo que comemos,
asuntos de alcances extremas.
Porque fallamos en considerar el factor
hipotal�mico, no damos pie con bola cuando
se tratan de controlar las disorexias,
muchas que, como ya hemos visto han
adquirido proporciones malignas.
En resumen
Dando una mirada a lo obvio y actuar
sorprendido es el Perogrullo de los ignaros.
Los gobiernos occidentales saben --- porque
lo saben, los riesgos de los fast food, de
lo que se sirve a los ni�os como �comida� en
los colegios, de los peligros inherentes de
algunos aditivos como el aceite de palma y
el HFCS, y de la progresi�n incontenible de
la obesidad y de las otras disorexias,
mientras reh�san responder para no amenazar
los intereses de �Quienes de los Vicios se
benefician�, t�tulo de otro trabajo que
publicara hace unos a�os.
Pero, las disorexias pueden tener
consecuencias funestas, y inexorablemente,
son la responsabilidad de todos. Quiz�s
muchas anor�xicas y bul�micas que arriesgan
la vida para no ser gordas, lo hacen
mientras tratan de escapar desesperadamente
el destino de una especie que sigue
engordando hacia su extinci�n.
Nota: Para el entendimiento de la rumia,
como disorexia, referimos al lector a un
art�culo bajo mi r�brica que apareciera en
Psychosomatics.
Publicado en la Revista Chilena Psikis 13 de
mayo del 2007
Dr. F�lix E. F. Larocca
[email protected]
Un
agradecimiento muy especial al Dr. F�lix
E. F. Larocca por su colaboraci�n con este portal y sobretodo
por el contenido tan bien realizado
esperamos sea de gran ayuda a la
juventud de Hispanoamerica .
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